sábado, 12 de marzo de 2011

INTRODUCCIÓN. EL RECONOCIMIENTO DEL CONOCIMIENTO EN LA ELECCIÒN

Carlos Rafael Mendoza Ponce
Estudiante de decimo semestre de la Facultad de Psicología
Carlitos_08_69@hotmail.com


“[…] el soñante diurno pone el mayor cuidado en ocultar sus fantasías de los demás porque registra motivos para avergonzarse de ellas”. (S. Freud, 1907)

Institución e Inconsciente

Sabemos todos que clarificar y definirnos a nosotros mismos no es tarea sencilla. Primeramente porque nos encontramos inmersos en lo contemporáneo, tragados por un sistema capitalista, para nuestro infortunio, el único. Este mundo nos trae un sinfín de exigencias, en el que se nos forma una necesidad, que digo una, ¡miles!

Es un mal necesario, un “mal gozante”; que para poder estar inscritos en la cultura del siglo XXI necesitamos adaptarnos a lo que ella nos dice. Sabemos, por la historia, que la cultura, y con ello las exigencias al sujeto de antes del siglo XX, eran diferentes en todos los aspectos: escolares, laborales, económicos, del Derecho, de la ciencia, religioso, etc. Por ejemplo, en la Europa Medieval, el niño monaguillo iniciaba su salterio alrededor de los diez años, lo cual venia en el mejor de los casos a suplenciar la escolaridad actual .

Entonces ¿De qué manera podríamos dirimir un saber dentro de la institución capitalista actual, y el cual pueda clarificarnos las cuestiones de un quehacer laboral o educativo aceptable? Como lo mencioné al comienzo del escrito, no es sencillo, pues todo sujeto debe INCORPORARSE a una vida productiva; es un mundo en el que no hay lugar para los “sin-quehacer”; y es este mismo sistema el que nos ofrece una gran gama de posibilidades. Pero la gran cuestión es ¿Qué hacer con eso que se nos muestra, y de qué manera podemos instruirnos, para poder instituirnos nuevamente en la cultura?

Me permitiré exponer un segundo punto, que considero muy importante hablar de él: El Inconsciente.

El inconsciente, como dijo Lacan (Seminario XIX) es un saber con ignorancia del sujeto, es decir, que detrás de todo actuar consciente se encierra un saber, un saber que es inaccesible al sujeto, y del cual solo podemos dar cuenta a través de lapsus, de los sueños, olvidos, el trastrabarse. Cuestiones que sin el análisis discursivo sería imposible dilucidar.
Es este Inconsciente ingobernable, el “responsable” del actuar de cada sujeto. Nos rige desde adentro, y está presente en casi todo momento tramitando al exterior a través de las instancias psíquicas que Freud describió en 1923 –ello, yo, superyó- el cumplimiento del Deseo.

Es una función dogmática que regula el deseo del saber, manipulando así la producción subjetiva de verdad. El Inconsciente instituye el deseo en el sujeto “deseo que por definición es inconsciente siendo éste, el inconsciente, la única certeza que sostiene el psicoanálisis”

Este gran descubrimiento del Inconsciente por Freud, vino a darle un gancho al sujeto Cartesiano. Descartes se preocupaba por saber si todo lo que existía ahí afuera es lo que realmente existe, partiendo del sujeto como punto indubitable del conocimiento de la realidad –humanismo, el cual parte del yo, de la subjetividad, para conocer la realidad externa- y se expresa a través del “cogito ergo sum” –pienso luego existo-; se derrumba porque “pensar” no hace existir al hombre. Con Freud sabemos que existe el hombre detrás del velo que cubre al hombre Cartesiano. Nos advierte un texto totalmente diferente, y que es posible dar cuenta de él a través de sus producciones, producciones que no es posible encerrarlas en una probeta y expuestas positivamente a la ciencia.
Entonces podríamos decir ahora que el sujeto del Inconsciente vendrá a constituir al objeto, y ya no el sujeto consciente, del “yo”, como en la filosofía idealista.
Ahora, el sujeto tendría que, tanto adaptarse a las necesidades del sistema capitalista, como darse respuesta entre el laberinto de su deseo para poder tomar decisiones, pues considerar dirimirse sin tomar esta lógica abre la posibilidad de un desplome tal, que puede terminar en obrar transgresor, inadaptado o sintomático
Buscar la alegría del saber no se constituiría solo con llegar a decir un “me gusta”. Una construcción subjetiva, responsable, de eso que desea, determinaría una plena satisfacción de aquello que quisiera tramitar con el exterior.

El revés de la elección
De elegir se trata, pero ¿el sujeto es capaz de elegir libremente de entre una gama de posibilidades? Tomaré prestado de Freud el siguiente fragmento, y que toma de la literatura de Shakespeare en el Mercader de Venecia:
“La hermosa y prudente Porcia está obligada, por voluntad de su padre, a tomar de sus cortejantes por esposo sólo a quien escoja el correcto de tres cofrecillos que se le presenten. Uno es de oro, otro de plata y el tercero de plomo; el correcto es aquel que encierra su retrato. Ya han fracasado dos cortejantes que escogieron oro y plata. Bassanio, el tercero, se decide por el plomo; gana así a la novia, de quien poseía las simpatías ya antes de la prueba del destino. Cada uno de los pretendientes había justificado su decisión con un discurso de alabanza al material por él escogido, a la vez que de desprecio de los otros dos. En este sentido, la tarea más difícil le cupo al afortunado tercer pretendiente: es poco, y suena forzado, lo que atina a decir para glorificación del plomo.” (S Freud. El motivo de la elección del cofre, 1913)
Es decir, la elección nunca es libre, “siempre tiene que recaer sobre la tercera”. Para esta elucidación Freud recurre a cuentos populares y creaciones poéticas que tienen como contenido la misma situación, como Cenicienta, Cordelia, Afrodita y Psique. Más adelante en el mismo texto mencionara a las Moiras de la mitología griega, quienes presiden el reparto del destino. Y ¿Por qué recae siempre la elección sobre la tercera? ¿Qué cualidades posee esta? Dice: “…Puede llamarnos la atención que aquella tercera mujer, tenga en varios casos además de su hermosura ciertas particularidades […]”. Se detiene en cualidades interesantes: “Encuentra que reiteradamente, aparece en ellas la mudez como atributo, ya sea en forma directa o en otras que considera asimilables: el ocultarse de Cenicienta; la palidez del plomo, en comparación con la naturaleza estridente del oro y la plata, en Porcia; la modestia en Cordelia que ama y calla... y se decide finalmente a concentrar en “la mudez”, las peculiaridades de esta tercera mujer”. Es en esta mudez en la que concentra las particularidades de la tercera elegida, y dice Freud en el mismo texto: “mudez es en el sueño una figuración usual de la muerte”, y que haciendo un recorrido al análisis de la literatura como a estos sueños encuentra que “la elección siempre recae sobre la muerte y nadie elige la muerte, de quien se es víctima por una fatalidad”. Es esa muerte a la que está sometido, es lo único seguro, la nada, precisamente de donde provenimos: la inexistencia . Sin embargo la sustitución por lo contrario –formación reactiva- vendrá a invertir el deseo, que como dice Freud el sujeto usa la fantasía para satisfacer sus deseos insatisfechos reales; y está sublevación a la inclinación por la muerte creó otra, en la que “la diosa de la muerte es sustituida por la diosa del amor y por todo cuanto equivalga a esta en plasmaciones humanas” . Así, como en la literatura se observa, la tercera, la diosa de la muerte se convierte en la más apetecible y linda de las mujeres, elegida, y desmentida a la terrible de las mujeres.
Entonces, la muerte es concebida y reconocida en el sujeto de la elección, se adueña de ella y vence. Ahora, el sujeto no reconocerá mejor triunfo que el cumplimiento de su deseo.
Valdría la pena comentar hasta este momento el drama del Rey Lear de Shakespeare, cuando se propone distribuir herencia entre sus tres hijas con la condición de que lo hará en razón de la medida del amor que le ofrenden. Sus hijas mayores “Goneril y Regan, se deshacen en juramentos y alabanzas de su amor; en cambio, la tercera, Cordelía , se rehúsa a hacerlo. El habría debido reconocer este amor recatado, sin palabras, de la tercera, y recompensarlo; pero se equivoca sobre ella, la repudia y reparte el reino entre las otras dos […].” Lear que condenado a muerte por la edad espera recibir de sus hijas alabanzas y ofrendas, quiere que le digan cuanto es amado, pero no lo recibe de la tercera: Cordelía. Más adelante menciona, a Lear llevando el cadáver de Cordelia en brazos: Cordelia sería la muerte, la diosa de la muerte, quien se lleva al héroe moribundo fuera del campo de batalla: “Una sabiduría eterna, con el ropaje del mito primordial, aconseja al hombre anciano renunciar al amor, escoger la muerte, reconciliarse con la necesidad del fenecer”.
Detrás de todo acaecer objetivo, “aparentemente” responsable hay algo más que pudiera representar todo lo contrario. Así pues RECONOCER que hay un contenido inconsciente que rige el acaecer consciente, es aceptar un saber que dirimirá en una elección, tema central de esta exposición: El reconocimiento del conocimiento en la elección.
Entonces, establecer un anudamiento con todo lo dicho, entre otras cosas –a analizar posteriormente-, considero, nos permitiría dar cuenta de aquellas motivaciones implicadas a la hora de un actuar; del que, el tema que nos interesa es el de elección vocacional. Es importante considerar que el dilucidar dichas cuestiones en tanto saber metapsicológico no es tarea del sujeto que solicita orientación; pero si el de darse cuenta de hacia donde se vuelca su deseo y hacia qué puede dirigirlo –laboral y académicamente-.
No es el papel del psicólogo orientador vocacional el dar respuestas, o mostrar las cartas sobre la mesa, pues una elección profesional puede ofrecer una satisfacción muy particular cuando se es elegida con toda libertad . Es importante que el sujeto pueda dar cuenta a través de la relación transferencial, de aquello que ha coexistido con él durante toda su vida y a lo que se subleva en una repetición.
En temas posteriores abordare lo relacionado con el campo del deseo, el goce, “las pruebas psicológicas”, discursividad, entre otros más, y que en conjunto puedan ir dando cuenta de factores determinantes en la elección de una vocación.

Bibliografía consultada
• Ariès Philippe. Articulo El niño y la vida familiar en el antiguo régimen
• Candelero, R. “Orientación Vocacional: Una práctica sostenida en las premisas del Psicoanálisis”. Conferencia Impartida el 6 de Sept. del 2001 en el Ciclo “El Psicoanalista: sus prácticas” organizado por Espacio Psicoanalítico. Argentina
• Feinmann, J. “Filosofía Aquí y ahora”. Capitulo dos. Canal Encuentro Argentina (2007)
• Freud, S. “El creador literario y el fantaseo” (1908 [1907]) En Obras Completas Volumen IX, Ordenamiento de James Strchey
• Freud, S. “El motivo de la Elección del cofre” (1913) En Obras Completas Volumen XII, Ordenamiento de James Strachey
• Chemama, R. “Diccionario de Psicoanálisis”. Versión Electrónica
• Saunier, R. Sem. La práctica forense a caballo del Derecho y el Psicoanálisis. Clase II, Mito, ficción, palabra y verdad

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